A pesar de la mejora del financiamiento vehicular en los últimos meses, este continúa con tasas de variación anual negativas, situación que se ha venido dando de manera sostenida desde hace un año y medio (desde agosto de 2020). Así lo sostuvo la Asociación Automotriz del Perú (AAP) tras informar que al cierre de febrero de 2022 el saldo de los créditos vehiculares otorgados por el sistema financiero a familias llegó a S/ 3,327 millones en total, una cifra menor en 3.6% respecto a similar mes del 2021 y también inferior en 11% a febrero de 2020, un mes prepandemia.
Al analizar las cifras más en detalle, Alberto Morisaki, Gerente de Estudios Económicos de la AAP, sostuvo que, a febrero de 2022, más del 53% de la cartera de créditos vehiculares para familias pertenece a las empresas bancarias, el 23.3% a las empresas de desarrollo de pequeña y microempresa (Edpymes), 22.9% a empresas financieras y el 0.6% a Cajas Municipales y Cajas Rurales.
Para el economista es importante destacar que la distribución de la cartera crediticia ha ido cambiando en los últimos años. “En el 2015, el 85% de esta cartera estaba concentrada en bancos, lo cual refleja el ingreso de nuevos competidores en este segmento del mercado crediticio, poniendo en evidencia el gran potencial que existe en este rubro, considerando los bajos niveles de penetración del crédito vehicular en el país”, apuntó.
En los siguientes meses, dijo, el desempeño del financiamiento vehicular dependerá del dinamismo que presente el empleo en el país. “Una variable muy ligada a la inversión privada, la cual -todo parece indicar- tendría un comportamiento desalentador este 2022 debido a la coyuntura de inestabilidad política y falta de claridad en cuanto al manejo económico del país por parte del Gobierno actual”.
Adicionalmente, anotó Morisaki, es un hecho que el aumento de precios, que le resta capacidad adquisitiva a la población, afectará el desenvolvimiento de este segmento del mercado crediticio, además de presionar al aumento más agresivo de parte del BCRP de su tasa de política monetaria, con el objetivo de anclar las expectativas de inflación, lo que originaría condiciones crediticias menos favorables.